
viernes, 26 de noviembre de 2010
SIN TÍTULO

VENGANZA

martes, 14 de septiembre de 2010
REGALO DE CUMPLEAÑOS

La noche de su cumpleaños le preparé una romántica cena para dos en casa. Cociné sus platos preferidos y me puse mi vestido más sexy. Todo estaba perfecto sólo quedaba esperar a que volviera del trabajo. No tardó mucho y cuando llegó a casa me encontró sentada en el sofá. Me levanté a saludarlo y exclamó "Caramba! estás espectacular!". Rodeé su cuello con mis brazos y lo besé, "feliz cumpleaños cariño". Pasamos al comedor y cenamos. se nos pasó el tiempo volando y cuando quise darme cuenta ya había llegado el momento, estaba un poco nerviosa, no sabía cómo iba a reaccionar ante mi "regalo" aunque confiaba en que le gustaría y tampoco sabía cómo iba a reaccionar yo, a veces las ideas pueden parecer muy buenas pero una vez que las llevas a la práctica dejan de serlo. Nos levantamos de la mesa, lo agarré de la mano y lo conduje a nuesro dormitorio. "Es aquí donde me vas a dar mi regalo?" -me preguntó. Le puse un dedo en los labios, "shhhh" y lo empujé hacia la cama. Lentamente fui quitándole la ropa, él intentaba besarme y acariciarme pero yo no le dejaba, cada vez que me abrazaba me apartaba y le quité cada prenda hasta dejarlo completamente desnudo. Se tumbó en la cama y salí de la habitación. Mientras cenábamos le había dado una perdida a mi amiga, era la señal, tenía que salir de su casa y venir a la mía, así, cuando todo estuviera listo, estaría esperando en su coche a que le abriera la puerta. Estaba guapísima, seguro que a él le gustaría, fuimos juntas a la habitación, abrí la puerta y entré. "Creí que te habías escapado"-me dijo, "fui a por tu regalo" -le contesté y dejé que ella entrara. Se sorprendió tanto que no sabía qué hacer ni qué decir y temí que no quisiera entrar en el juego, me tumbé a su lado y lo besé, "¿no quieres tu regalo?" -le pregunté, "si estás segura sí". Mi amiga se tumbó del otro lado y empezó a acariciarlo. Fue extraño verlo, no sentía celos pero era raro ver a otra acariciando a mi marido. Él la agarró del cuello y la besó, su mano fue bajando muy despacio por encima de su vestido hasta llegar a sus rodillas. Deslizó su mano por debajo de la ropa y fue subiendo rozando sus muslos hasta llegar a su tanga, ella separó las piernas permitiéndole acariciarla mientras seguían besándose. Le quitó el vestido y la ropa interior y se puso encima de ella. Besó el lóbulo de su oreja y bajó por su cuello hasta sus grandes y firmes pechos, los acarició haciendo que mi amiga gimiera de placer, eso lo excitó más aún, con la punta de la lengua jugueteó con sus pezones endurecidos por la excitación, los chupó y los mordió con suavidad, primero uno luego el otro. Continuó acariciándolos, besándolos, disfrutando con el placer que sentía ella, yo sabía que le gustaban los pechos grandes y ese era precisamente mi punto débil. Sin detenerse acarició su cuerpo descendiendo hasta su sexo ya húmedo y caliente, rozó con suavidad su clítoris y metió sus dedos dentro de su vagina. Ella se iba excitando más y más con cada penetración y con cada roce de la palma de la mano, Cuanto más se excitaba ella más rápido se movía él y cuanto más rápido se movía él más se excitaba ella. Sus jadeos y sus gemidos acompañaban el movimiento de su cadera, sus músculos se tensaban, su rostro se desencajó, cerró los ojos y dejó escapar un grito. Ella lo empujó tumbándolo boca arriba sobre la cama y se puso encima de él. Estaba muy excitado, su pene estaba erecto, duro y grande, ella sólo tuvo que agarrarlo y metérselo dentro.
domingo, 29 de agosto de 2010
DESDE HACE TANTO TIEMPO

jueves, 26 de agosto de 2010
DOS DESCONOCIDOS
sábado, 24 de julio de 2010
FIN DE SEMANA
Bajé del coche y me dieron la bienvenida. Dentro de la casa estaban los otros. Pedro era el más guapo de todos, se notaba que debía pasar muchas horas en el gimnasio. Llevaba una camiseta ajustada que marcaba unos pectorales bien definidos y que dejaba ver unos biceps bien desarrollados. Tenía unos ojos verdes impresionantes rodeados de unas espesas pestañas negras que los resaltaban. Pero cinco minutos hablando con él bastaron para descubrir que tenía el mismo defecto que todos los que son como él, era un creído, sabía que era guapo y que gustaba a las mujeres, parecía que te estaba haciendo un favor tan solo con su presencia y no hay nada que me guste menos en un hombre que eso, pero a él sí parecí gustarle yo y no tuvo ningún reparo en flirtear conmigo delante de su novia. Nico, el marido de Anabel, era moreno, alto, delgado, con cara de niño, mirada dulce y sonrisa tierna, un encanto incluso en el trato.
El plan en principio era bajar a la playa todos juntos en cuanto yo llegara, pero por lo visto se habían dado cuenta de que no les quedaban muchas provisiones así que se iban a ir de compras. Laura me dijo que me quedara y aprovechara la tarde, su marido también se iba a quedar, sólo querían llevar un coche y los seis no podían ir, y así me hacía compañía, cuando Pedro oyó que yo me quedaba también se apuntó a hacerme compañía pero Marta lo agarró del brazo y le dijo que de eso nada que se iba con ella de compras. En cambio, Anabel le dijo a su marido que si prefería quedarse en la playa que se quedara. Así que al final nos fuimos Juan, Nico y yo a tomar el sol y estuvimos toda la tarde tirados en la arena charlando tranquilamente. Decididamente Nico era un encanto, divertido, inteligente y buen conversador, los dos teníamos intereses en común, nos gustaban las mismas películas, las mismas novelas, era el primero que conocía al que también le gustara la ópera, nunca había conseguido que Dani viniera conmigo a una representación, su excusa era que si no entendía lo que decían para qué ir y el mismo problema tenía Nico con Anabel. Nos entendimos a la perfección desde el principio, me di cuenta en seguida que había química y él también lo notó. Las horas pasaron rápidamente hasta que llegaron las provisiones y entre todos nos dispusimos a hacer la cena, nada sofisticado, algo ligerito que con el calor que hacía no apetecía comer. Parecían un grupo muy bienavenido, se notaba que llevaban tiempo compartiendo las vacaciones, los que chocaban más eran Pedro y Marta, ella era muy celosa y posesiva y él todo un seductor, un cóctel explosivo. Por lo que me habían contado Juan y Nico en la playa ella lo ataba corto pero él conseguía engañarla igualmente.
Cuando acabamos de cenar recogimos todo y, mientras las chicas nos quedamos hablando en la cocina, los chicos se fueron para la sala. Pronto me aburrí de estar con ellas, siempre he preferido la compañía de los hombres, quizás me resultan más interesantes porque no los conozco tan bien como a las mujeres, así que me fui a la sala, les pregunté si molestaba y como dijeron que no me senté en el sofá con ellos. Al principio supongo que se sintieron un poco cohibidos pero después de unos minutos se relajaron y empezamos a charlar animadamente, no sé por qué pero en esas situaciones las conversaciones siempre acababan derivando poco a poco hacia el tema estrella, el sexo, y ésta era una situación ideal, tres hombres, unas cervezas, la noche, el calor... empezaron con inocentes comentarios y bromas tanteando el terreno y cuando vieron que yo no me molestaba fueron dándole un giro más personal. Pedro parecía muy interesado en mis gustos, quería conocer mis fantasías sexuales y cuáles había hecho realidad, supongo que Marta oyó parte de la conversación porque no tardó mucho en salir de la cocina para sentarse a su lado y enseguida se unieron Laura y Anabel. Llevábamos un buen rato hablando cuando Nico propuso un juego, cada uno tenía que decir las zonas erógenas de su pareja y darle una puntuación del 1 al 10 en función de lo erógena que era y ver si había acertado. El juego parecía entretenido salvo por un detalle, yo no tenía pareja que adivinara mis zonas erógenas, pero a los chicos se les ocurrió que podían intentar adivinarlas ellos. Pasamos un rato divertido, sobre todo cuando no se ponían de acuerdo las propias parejas, incluso las que llevaban años juntos acababan discutiendo sobre si le gustaba o no que le besara en tal o cual zona. El jueguecito estaba caldeando el ambiente y empezaron los cuchicheos y las risitas. Anabel y Nico fueron los primeros en irse, querían ir a dar una vuelta por la playa antes de ir a dormir. Pedro y Marta se fueron directamente a la habitación y Laura y Juan se quedaron haciéndome compañía, yo sabía que esaban desando quedarse a solas y les dije que estaba muy cansada y que quería ir a dormir. Lentamente me dirigí hacia mi habitación, en realidad no tenía ganas de dormir, odiaba ese momento del día, cuando tenía que acostarme, ver la cama vacía, desnudarme sola, sin nadie con quien hablar, sin nadie que me diera un beso, un abrazo, que me acariciara, me hacía ser consciente de lo mucho que echaba de menos a Dani. Cerré la puerta y el silencio invadió la habitación, allí en medio estaba la cama, nunca me había dado cuenta de lo grande y fría que podía llegar a ser una cama vacía. Me metí debajo de las sábanas y cerré los ojos para no pensar. El silencio era atronador, de repente empezaron a oirse unas risas y unos cuchicheos que pronto se convirtieron en gemidos y jadeos, provenían de la habitación de al lado, donde dormían Pedro y Marta. Mi soledad fue todavía más dolorosa. Empecé a pensar en Dani, deseaba que estuviera allí, que llamara a la puerta, que me dijera que me echaba de menos y que quería volver conmigo. Imaginé que se metía en la cama, que me decía que me quería y que me besaba. Mis manos recorrieron mi cuerpo como si fueran las suyas, rocé mi piel con la punta de mis dedos, acaricié mis pechos sintiendo cómo se endurecían mis pezones. Recordé sus besos cálidos sobre mi piel, incluso podía sentir su aliento en mi cuello. Mis manos se deslizaron hacia mi sexo, estaa húmedo y caliente. Sentí cómo su lengua acariciaba mis labios hacia el clítoris y me estremecí, mis dedos empezaron a moverse en círculos excitándome cada vez más, me imaginaba su cabeza entre mis piernas rozándome los muslos con su pelo, acariciándome el vientre con sus manos, subiendo hasta mis pechos, pellizcando suavemente los pezones. Mi mano se movía cada vez más rápido, de arriba abajo, en círculos y de nuevo de arriba abajo, mis dedos resbalaban por los labios completamente húmedos por el placer, mis músculos se tensaron mientras dejaba que el orgasmo recorriera todo mi cuerpo, ahogué mis gemidos con el dorso de la mano y, esperé a que mi corazón latiera a su ritmo normal. El silencio volvió a la habitación, me giré, me abracé a la almohada y rompí a llorar.
Cuando me desperté ya eran las once, habían dejado una nota en la cocina diciéndome que estaban en la playa y que bajara cuando quisiera. Me tomé algo rapidito y me uní a ellos. Cuando llegué las chicas estaban jugando a las palas y ellos nadando, yo cogí un libro y me tumbé un rato a leer y a tomar el sol. La mañana transcurrió tranquila entre la arena y el agua, un rato con unos, otro rato con otros sólo abandonamos la playa para ir a comer, ellos volvieron enseguida pero para mí blanca piel era un poco pronto así que les dije que si no les importaba me quedaría un poco más en la casa leyendo tranquilamente y que después me uniría a ellos. La casa se quedó en silencio cuando se fueron. yo me tumbé en cama intentando acabar la novela. Hacía mucho calor y me levanté para ir a buscar un vaso de agua a la cocina. Estaba lavando el vaso en el fregadero cuando de pronto alguien me agarró por detrás tapándome la boca para que no gritara. Me asusté, intenté librarme de sus brazos pero era demasiado fuerte para mí. Empezó a acariciarme y a besarme el cuello. No sé cómo explicar lo que me sucedió, de pronto dejé de tener miedo y fui tranquilizándome poco a poco, me sentía segura y dejé de resistirme. Metió su mano por debajo de mi pareo acariciándome los pechos por encima del bikini. Me destapó la boca y no grité, sentía su pecho contra mi espalda y su duro pene apretado contra mi culo. Intenté darme la vuelta pero no me dejó, deslizó la otra mano por encima de mi vientre, sentí cómo se humedecía la parte de abajo del bikini y siguió descendiendo para detenerse entre mis muslos. Un gemido escapó de mi garganta, cuánto deseaba sentir el calor de un cuerpo pegado al mío! quería que siguiera, que me acariciara, que me besara y que me penetrara. Apartó el bikini e introdujo un dedo en mi vagina acariciando sus paredes, metió otro mientras con la palma de la mano rozaba el clítoris. Los introdujo más adentro, al principio los metía y sacaba lentamente y poco a poco fue aumentando el ritmo. Acariciaba mi clítoris y mi vagina al mismo tiempo, mis caderas se movían buscando sus dedos, metiéndolos más adentro, aumentando el placer y la excitación. Me bajó el bikini, separó mis piernas e introdujo su pene erecto en mi vagina de forma brusca. "Oh, sí! fóllame!" exclamé. Sentía su respiración en mi oreja, podía oir sus jadeos mientras me penetraba, mis gemidos se hacían más intensos convirtiéndose casi en gritos de placer. Mis piernas se tensaron y temblaban, cada embestida aumentaba mi excitación, mi cuerpo se agitó por el intenso orgasmo. Él se apartó ligeramente pero yo deseaba más, quería que siguiera. Separó mis nalgas y puso la punta de su pene en mi culo. Empujó lentamente hasta meterlo todo, se inclinó sobre mí y mientras me penetraba acarició con su mano mi clítoris e introdujo sus dedos en mi vagina. Nuestros cuerpos se movían frenéticamente, al mismo ritmo, dejándose llevar por el placer. Los jadeos y gemidos se sucedían, gotas de sudor resbalaban por mi esplada y mis muslos estaban empapados. Sus dedos no se detuvieron hasta que nuestros cuerpos dejaron de estremecerse. Se separó de mí y se alejó, yo quería girarme para saber quién era pero algo me lo impidió. Me quedé un rato en la cocina esperando y descansando. Cuando me dirigí a la puerta de la casa para salir me di cuenta de que estaba cerrada con llave, la única persona que podía haber entrado y salido tenía que tener las llaves de la casa.
domingo, 2 de mayo de 2010
HABITACIÓN 344

Ahí estaba él, metro setenta y cinco, pelo negro, ojos negros y cuerpo musculoso, más guapo que en la foto que me había mandado. "Pasa" -me dijo. No sabía muy bien qué hacer, me quedé de pie en medio de la habitación mirándolo, él sonrió y se acercó a mí. Me acarició la cara con el dorso de la mano mientras me miraba a los ojos "¿Nerviosa?" -me preguntó "No" -le mentí acercándome para besarlo, ese era uno de los momentos decisivos, si no me gustaba como besaba no me gustaría el sexo. Rocé sus labios muy suavemente, podía oler su after-shave y embriagada por el olor rodeé su cuello con mis brazos pegando mi cuerpo al suyo y lo besé, larga y profundamente, él me abrazó acariciándome la espalda por encima de la blusa y correspondió a mi beso suavemente, como a mí me gustaba. Llevó una mano a mi pecho y apretó ligeramente, gemí mientras seguía besándolo ansiosamente deseando sentir sus manos sobre mi piel. Desabrochó mi blusa lentamente, botón a botón y deslizó su mano por debajo acariciando el corpiño negro que me había puesto. De pronto se aparto y me empujó violentamente tirándome sobre la cama, me asustó esa reacción pero al mismo tiempo me excitó. Me agarró las piernas con ambas manos y me arrastró hacia el borde levantando mi falda hasta la cintura y dejando ver mi tanga negro. Puso su mano sobre él acariciándolo con firmeza, sentí cómo se iba humedeciendo bajo sus dedos, apartó el tanga y con un dedo fue subiendo separando los labios hasta llegar al clítoris, un placer intenso me sacudió, continuó acariciándolo, dejé escapar un gemido y mis puños se cerraron apretando fuertemente la colcha. Sacó la mano y con un movimiento brusco me arrancó el tanga. Me miró a los ojos y, sin apartar la mirada, metió un dedo en mi vagina, hasta el fondo, rápidamente, mis músculos se tensaron, empezó a moverlo acariciando las húmedas y calientes paredes, intodujo otro dedo y continuó moviéndolos, de dentro a fuera. Observaba mi reacción, miraba cómo me mordía el labio inferior, cómo gemía, como subían y bajaban mis pechos al acelerarse mi respiración, cerré los ojos pero seguía notando su mirada sobre mí. Al mismo tiempo que me penetraba con los dedos empezó a estimular mi clítoris, lo rozaba con cada penetración, primero lentamente pero poco a poco fue aumentando el ritmo, me estremecía cada vez que lo tocaba, Más rápido, apenas separaba su mano de él, apretaba sus dedos contra la pared de mi vagina presionando suavemente, mis jadeos y mis gemidos eran cada vez más intensos, el placer iba aumentando, invadía mi cuerpo, cada vez se movía más deprisa, mi respiración se entrecortaba entre jadeos, gemidos y suspiros, llevé mi mano a mi boca y apreté los dientes contra ella para ahogar mis gritos mientras mi cuerpo se sacudía violentamente, retiró sus dedos completamente empapados mientras aún me estremecía, los acercó a mis labios y los introdujo en mi boca, noté un sabor salado y algo acre sobre mi lengua. Se tumbó sobre mí y me besó, con su lengua acarició la mía, apretó sus labios contra los míos y me los mordió suavemente. Me quitó la blusa dejándome el corpiño puesto, "Me gusta tu corpiño" era transparente y tenía bordadas unas flores negras, pasó la punta de sus dedos por la tela, siguiendo las ballenas hacia abajo, hacia el ombligo, me desabrochó la falda y me la quitó. Siguió acariciándome el vientre, posó sus labios sobre él y lo besó, sentí su cálido aliento sobre mi piel, fue bajando hacia el pubis y con la punta de la lengua volvió a subir lentamente hasta el ombligo. Bajó las tiras del corpiño para poder acariciar mis pechos, los besó, acarició los pezones y los mordió, siguió acariciándolos, estrujándolos, besándolos, chupándolos y mordiéndolos. Separó mis piernas y pasó su lengua por mis labios, al sentir su contacto sobre mi clítoris me aparté, aún estaba muy sensible pero él me agarró las caderas con las manos impidiéndome que me moviera y volvió a lamerlo, la sensación era tan intensa que no lo soportaba pero no podía impedírselo, seguía lamiéndolo con toda la lengua y chupándolo, puse mis manos en su cabeza para apartarlo, quería que parara y al mismo tiempo quería que siguiera, grité y sacudí la cabeza de lado a lado. Paró. Todos mis músculos estaban en tensión y se relajaron, volvió a acercar su cara a mi sexo e intenté apartarme pensando que seguiría pero metió la lengua dentro de mi vagina acariciando la entrada con su punta, sentía cómo la introducía y la sacaba, cómo succionaba los bordes, chupaba y lamía. Paró, se desabrochó el pantalón y se puso un condón. Levantó mis piernas apoyándolas sobre su pecho, agarró mis caderas, las colocó encima de sus piernas e introdujo su duro y gran pene dentro de mí. Empezó a moverse lentamente, metiéndolo hasta el fondo, yo gemía con cada embestida, lo sentía dentro, tan grande, tan duro, seguía moviéndose, metiéndolo y sacándolo, lenta y profundamente. Colocó sus manos por dentro de mis muslos separándome las piernas para poder ver cómo me penetraba. Sacó su pene completamente y con la punta rozó la entrada de mi vagina, lo introdujo un poco y lo volvió a sacar, me estremecí y gemí, repitió otra vez, volvió a meterlo unos pocos centímetros y volvió a sacarlo. "¿Te gusta así?", "Sí, me gusta" -le respondí entre gemidos. Iba sintiendo más y más placer, me gustaba y siguió un poco más hasta que le pedí que me lo metiera todo. "¿Eso es lo que quieres?, ¿que te la meta entera?, ¿que te la meta hasta el fondo?" -susurró con voz ronca por el placer. "Métemela" -le supliqué mientras movía mis caderas acercándome a él para que me penetrara. Me agarró por la cintura y me levantó hasta sentarme en sus piernas introduciéndome su pene completamente. Un gemido se escapó de mi garganta, lo besé al tiempo que le quitaba la camisa, apoyé mis brazos en sus hombros y empecé a moverme de arriba abajo introduciendo su pene más profundamente. Él desabrochó mi corpiño y me lo quitó, acarició mi espalda, bajó hasta mi culo y lo apretó clavando sus dedos en él, deslizó una mano hacia el centro e introdujo un dedo en mi ano mientras seguía penetrándome, gemí. Continué besándolo, acariciando sus labios con mi lengua, mordiéndolos suavemente mientras mis caderas aumentaban el ritmo, Apartó mi pelo dejando mi cuello al descubierto para besarlo y acariciarlo con su lengua húmeda y cálida. Me incliné ligeramente hacia atrás sin dejar de moverme, mis pechos seguían el ritmo de mis caderas, mis pezones estaban duros y erectos, posó sus labios sobre uno y lo chupó. Apoyé mis manos en el colchón para que me penetrara con más fuerza, seguí moviéndome cada vez más y más deprisa, me agarró las caderas y empezó a moverse al mismo ritmo. Nuestros jadeos se hacían más intensos al aumentar la velocidad, la respiración se agitaba,, se tensaban los cuerpos, nuestras caderas se movían a un ritmo frenético. Mis gemidos se convirtieron en gritos, el intenso placer sacudió mi cuerpo, me estremecí, mis músculos temblaron, los orgasmos se sucedían uno detrás de otro. "Sigue, sigue, no te pares" -le grité, seguí moviéndome frenéticamente, no podía detenerme, no quería que se acabara, mis caderas buscaban más orgasmos. Él no aguantó más, todo su cuerpo se contrajo, gritó entre espasmos hasta que se relajó y dejó caer su cuerpo sobre el mio quedándose completamente tumbado sobre mí. Mi corazón latía con fuerza dentro de mi pecho, apenas conseguía respirar, seguía estremeciéndome, el placer seguía inundando mi cuerpo. Poco a poco fui relajándome, mis piernas estaban sin fuerza y doloridas por la tensión y apenas podía moverme. Él permaneció inmóvil unos minutos mientras se recuperaba, se tumbó a mi lado y con un gran esfuerzo consiguió quitarse los pantalones y los calzoncillos y se quedó tumbado a mi lado.
Al cabo de un rato me abrazó y estuvimos acariciándonos y besándonos. mientras hablamos. Me preguntó si me había gustado, ¡qué pregunta! y si podíamos quedar otro día, quería volver a verme, no sabía qué decirle, no solía repetir porque siempre se corría el riego de que uno de los dos quisiera algo más que sexo, pero me había gustado mucho. Insistía, quería que le respondiera, mi indecisión le dio esperanzas y me propuso que pasáramos todo un fin de semana juntos. Tentador, pero seguía sin decidirme, para convencerme empezó a besarme el cuello y bajó por mi piel dándome pequeños besos, primero en mis hombros, en mis pechos, en mi estómago, en mi vientre, "Ábrete" -me susurró, aún estaba agotada y no creía que mi cuerpo pudiera seguir pero separé mis piernas. Seguía húmeda, mis muslos estaban empapados y pasó su lengua lamiéndolos y chupádolos hasta llegar a los labios aún hinchados y calientes, los succionó, metió su lengua en mi vagina girándola y lamiendo las paredes aún contraídas, con sus dedos acarició mi clítoris mientras seguía penetrándome con su lengua y con la otra mano introdujo un dedo en mi ano. Apesar del cansancio eso me excitó otra vez, sentir su dedo dentro, rozando la entrada, abriéndola poco a poco hizo que gimiera y que me estremeciera, me giró poniéndome boca abajo y levantó mis caderas acercándolas a él. Primero me metió su pene en mi húmeda vagina y volvió a introducir sus dedos en mi ano abriéndolo más. "¿Quieres que te la meta por el culo?" -me preguntó. "Sí, sí". Fue introduciéndolo lentamente, con cuidado pero sin detenerse, poco a poco lo metío más adentro, mi cuerpo se agitó y gemí. Un grito se me escapó cuando empezó a moverse, temblaba con cada embestida y mis gemidos eran más y más intensos. Me agarró las caderas mientras continuaba penetrándome. "Mastúrbate" -me pidió. Llevé una mano hacia mi sexo y empecé a acariciar mi clitoris en pequeños círculos, estaba tan húmedo que mis dedos resbalaban por los labios y tuve que presionar con más fuerza sobre él. Su pene dentro de mi culo y mis dedos se movían sin parar aumentando el ritmo al mismo tiempo, mis gritos se sucedían, gemía y clavaba mis uñas en la colcha de la cama. Cada milímetro de mi cuerpo se contrajo, mi espalda se arqueó, eché la cabeza hacia atrás y lancé un grito antes de caer tumbada sobre la cama agitándome aún. Me dio la vuelta dejándome boca arriba justo a tiempo para eyacular sobre mí entre gritos y convulsiones, sentí su leche caliente resbalando por mis pechos y mi vientre. Se tumbó a mi lado mientras recuperábamos el aliento. "¿Quedamos el próximo fin de semana?". "Sí".
viernes, 30 de abril de 2010
MASAJES

domingo, 25 de abril de 2010
TRIÁNGULO

martes, 20 de abril de 2010
EL LIGUERO
Había quedado con sus amigas en un pequeño pub donde iban todos lo viernes, para empezar la noche no estaba mal, era tranquilo y podías charlar mientras tomabas una copa. Era el momento de ponerse al día en cotilleos, la de cosas que podían llegar a pasar en una semana. Los cotilleos más jugosos eran los de los novios, todas sus amigas tenían pareja, pero el viernes era el día de las chicas y los novios estaban prohibidos, aunque normalmente, acababan encontrándolos a lo largo de la noche, con la de pubs y discotecas que había en la ciudad y siempre acababan apareciendo por algún sitio, ¡qué curioso! Ella era la única que no tenía, sus amigas se empeñaban en que tenía que sentar cabeza y encontrar a un buen chico con el que salir, pero ella se resistía, le gustaba demasiado su libertad y la tranquilidad que le daba. De ese pub fueron directamente a una discoteca a bailar un poco, ese era su momento preferido de la noche, sólo tenía que dar una vuelta por el local buscando algún chico interesante, no siempre lo encontraba, como sucedió en esta ocasión, pero no pasaba nada, se iba a la pista a bailar y a esperar a que apareciera lo que estaba buscando. Llevaba cerca de una hora bailando con los distintos hombres que se le acercaban cuando por fin lo vio. Estaba bailando a unos pocos metros de ella. La miraba fijamente, ella le sonrió y él se acercó. Empezaron a bailar sin cruzar una sola palabra, sin tan siquiera presentarse. Era moreno, alto, de cuerpo atlético, podía notar sus músculos a través de la camiseta, pero lo que más le había impresionado eran sus increíbles ojos verdes y su sonrisa, tenia esa media sonrisa que le resultaba tan sensual. Mientras bailaban él empezó a acariciarle la espalda bajando lentamente y se detuvo justo en la cintura, rodeándola con los brazos, ella le rodeó el cuello pegándose completamente a su cuerpo y él inclinó la cabeza para besarle el cuello. Se estremeció al sentir sus carnosos labios sobre su piel, un escalofrío recorrió toda su espalda y buscó su boca con sus labios para besarla. Fue un beso dulce y lento, suave como una caricia, sus lenguas se rozaron ligeramente. Mientras se besaban ella bajó lentamente su mano acariciando su torso y rodeando su cintura hasta posarse en su redondo y duro culo. Dejó escapar un gemido cuando él volvió a besar su cuello. Sus cuerpos se acercaron aún más, él bajó sus manos acercando su cadera a la de él, luego subió una para acariciarle un pecho. Siguieron besándose y acariciándose hasta que él la cogió de la mano y la llevó hasta unos sillones que estaban un poco apartados de la pista. Él se sentó y ella se puso encima a horcajadas. Continuaron besándose mientras él acariciaba sus muslos y subía su minifalda dejando ver parte del liguero. Ella bajó su mano hasta su entrepierna y desabrochó los botones del pantalón, introduciendo su mano para acariciar su pene, era grande y estaba duro, eso la excitó más. Iba a coger el bolso para sacar un condón cuando se les acercó un empleado de la discoteca para decirles que ahí no se podía hacer eso, ella se levantó, lo agarró de la mano y juntos se dirigienos a la salida. Sus amigas la conocían, sabían que cuando conocía a alguien se iba sin despedirse, quizás volviera a la discoteca más tarde o quizás se encontrasen en otra parte.
Una vez en la calle siguieron andando unos pocos metros hasta un callejón, no había nadie así que era el lugar "perfecto" para seguir donde lo habían dejado. Él la empujó contra las rejas de una ventana mientras la besaba, subió su minifalda y lo vio. "Llevas liguero"-le dijo, "Si, ¿te gusta?" -le preguntó ella, "Si" deslizó una mano entre sus muslos e introdujo sus dedos por debajo del tanga acariciando su clítoris. Ella gimió y se mordió suavemente el labio inferior. ¿Te gusta?- le susurró al oído. Si- le contestó ella. Lo besó apasionadamente, besó sus labios, su cuello, volvió a su boca mientras él introducía sus dedos en su húmeda vagina moviéndolos de dentro a fuera e introduciéndolos cada vez más adentro. Ella le desabrochó el cinturón y los botones y metió la mano por debajo de su boxer, rodeó con su mano su duro pene y lo acarició firmemente. Él le bajó el tirante de la camiseta dejando ver su sujetador, acarició su pecho por encima y bajó también su tirante, besó su pecho y mordisqueó suavemente el pezón. Esta vez sí pudo coger un condón del bolso y ponérselo, le rodeó el cuello con sus brazos y, mientras él la levantaba, ella entrelazó sus piernas alrededor de su cadera. Él apartó el tanga e introdujo su pene. Empezó a moverse lentamente, penetrándola con delicadeza, cada vez más adentro, más profundo, ella levantó un brazo y agarró una de las rejas de la ventana en la que se apoyaba y con la otra mano cogió otra, él aprovechó para levantarle la camiseta y el sujetador "Me gustan tus pechos"-le dijo mientras se los besaba, con la punta de la lengua rozó uno de sus rosados pezones, jugueteó con él para acabar chupándolo apasionadamente. Con una mano le agarraba la cadera y la otra la posó en su vientre, ella gimió y echó la cabeza hacia atrás. Entre jadeos y gemidos él siguió penetrándola cada vez más rápido, "Más, más, sigue así"- le decía ella, él la embestía con más fuerza, más adentro, cada vez más rápido, el placer aumentaba a medida que aumentaba el ritmo, sus caderas se movían buscándose el uno al otro, el placer recorría sus cuerpos, invadiéndolos, estremeciéndolos, ella se agarró fuertemente a él clavando sus dedos en su espalda "Me corro"- susurró a su oído. Echó la cabeza hacia atrás y gimió más fuerte mientras se tensaba todo su cuerpo, él siguió penetrándola, ella siguió gimiendo hasta que lanzó un grito que apenas pudo ahogar apoyando su boca contra el hombro de él. Al mismo tiempo, él permitió que su cuerpo se dejara llevar, dejó que el placer lo invadiera completamente, se estremeció y dejó escapar un grito de placer. Permanecieron abrazados tan solo unos segundos. Ella se soltó apoyando los pies en el suelo, sus piernas aún no tenían fuerza suficiente para aguantar su peso así que se apoyó contra la pared mientras se arreglaba la ropa, se colocaba bien el tanga, se bajaba la minifalda , se ponía el sujetador y bajaba también la camiseta. Él se apoyó también en la pared mientras se subía los pantalones y se abrochaba el cinturón. Al acabar ella lo miró a los ojos, le sonrió y lo besó, y sin más, sin decir una sola palabra, se dio media vuelta y se alejó. "¿No me das tu teléfono?"- le preguntó, ella siguió andando sin girarse y sin contestar. "Dime al menos cómo te llamas" pero siguió alejándose sin contestar.