martes, 20 de abril de 2010

EL LIGUERO




Por fin era viernes! Después de una dura semana trabajando estaba deseando que llegara la noche del viernes para salir a divertirse con sus amigas y, de paso, ver si conocía a alguien interesante. Tenía perfectamente pensada la ropa que se pondría, le gustaba sentirse sexy y cuidaba hasta el último detalle. Primero una ducha reconstituyente, luego las gotas de su perfume preferido en los lugares indicados, detrás de las rodillas, en las muñecas, detrás de las orejas y, como no, en el canalillo. Después, la ropa interior, de toda su colección de tangas eligió uno de sus favoritos, negro de encaje transparente que hacía juego con el sujetador. Lo siguiente en ponerse eran las medias, negras, por supuesto, se sentó en el borde de la cama, cogió una, la enrolló cuidadosamente hasta la punta, se la colocó en el pie y la deslizó lentamente hasta el muslo, cogió la otra e hizo exactamente lo mismo, al acabar se puso de pie frente al espejo para asegurarse de que estaban a la misma altura, perfecto! Ahora le tocaba el turno a su prenda preferida, el liguero, le encantaba ver la cara que ponían los hombres cuando veían que llevaba uno, a la mayoría les gustaba, notaba su excitación y eso la excitaba más, pero a todos les sorprendía y a ella le gustaba sorprender, marcar la diferencia, era su forma de dejar huella, sabía que siempre recordarían a la "chica del liguero". Se contempló en el espejo, estaba muy sexy, justo lo que quería, pasó sus manos suavemente por encima del encaje del sujetador que apenas tapaba sus generosos pechos, sus pezones se endurecieron al contacto con sus dedos, continuó deslizando una mano sobre su vientre hasta el liguero, ahí se detuvo, era negro igual que el sujetador y el tanga pero no hacía juego, el encaje era más tupido y apenas transparentaba. Recorrió las tiras para asegurarse de que estaban firmemente sujetas a las medias, comprobó las cuatro, una a una. Acarició las blondas y se detuvo en la parte interna de los muslos, con el dedo anular y el corazón rozó suavemente la tela del tanga deslizándolos de arriba abajo, notó cómo iba humedeciéndose, se tumbó en la cama y continuó acariciándose. Movió los dedos en círculo variando el ritmo, a medida que iba aumentando el placer iba aumentando el ritmo, cambiaba el movimiento de los dedos, de arriba abajo, en círculos otra vez de arriba abajo, el placer recorría todo su cuerpo, la respiración se aceleraba, sus músculos se tensaban, más y más rápido, más y más intenso... notó cómo se iba acercando el orgasmo, siguió y siguió hasta que dejó escapar un gemido, todo su cuerpo se tensó durante unos segundos para acabar relajándose. Se quedó tumbada un rato, recuperando el ritmo normal de su respiración y esperando a que el corazón dejase de latir tan fuertemente. Se incorporó lentamente y siguió vistiéndose, cogió una minifalda negra y una camiseta del mismo color. Para acabar se puso unas botas altas de tacón, se maquilló, se peinó, cogió una chaqueta y el bolso, en el que guardaba lo más importante de la noche: los condones.


Había quedado con sus amigas en un pequeño pub donde iban todos lo viernes, para empezar la noche no estaba mal, era tranquilo y podías charlar mientras tomabas una copa. Era el momento de ponerse al día en cotilleos, la de cosas que podían llegar a pasar en una semana. Los cotilleos más jugosos eran los de los novios, todas sus amigas tenían pareja, pero el viernes era el día de las chicas y los novios estaban prohibidos, aunque normalmente, acababan encontrándolos a lo largo de la noche, con la de pubs y discotecas que había en la ciudad y siempre acababan apareciendo por algún sitio, ¡qué curioso! Ella era la única que no tenía, sus amigas se empeñaban en que tenía que sentar cabeza y encontrar a un buen chico con el que salir, pero ella se resistía, le gustaba demasiado su libertad y la tranquilidad que le daba. De ese pub fueron directamente a una discoteca a bailar un poco, ese era su momento preferido de la noche, sólo tenía que dar una vuelta por el local buscando algún chico interesante, no siempre lo encontraba, como sucedió en esta ocasión, pero no pasaba nada, se iba a la pista a bailar y a esperar a que apareciera lo que estaba buscando. Llevaba cerca de una hora bailando con los distintos hombres que se le acercaban cuando por fin lo vio. Estaba bailando a unos pocos metros de ella. La miraba fijamente, ella le sonrió y él se acercó. Empezaron a bailar sin cruzar una sola palabra, sin tan siquiera presentarse. Era moreno, alto, de cuerpo atlético, podía notar sus músculos a través de la camiseta, pero lo que más le había impresionado eran sus increíbles ojos verdes y su sonrisa, tenia esa media sonrisa que le resultaba tan sensual. Mientras bailaban él empezó a acariciarle la espalda bajando lentamente y se detuvo justo en la cintura, rodeándola con los brazos, ella le rodeó el cuello pegándose completamente a su cuerpo y él inclinó la cabeza para besarle el cuello. Se estremeció al sentir sus carnosos labios sobre su piel, un escalofrío recorrió toda su espalda y buscó su boca con sus labios para besarla. Fue un beso dulce y lento, suave como una caricia, sus lenguas se rozaron ligeramente. Mientras se besaban ella bajó lentamente su mano acariciando su torso y rodeando su cintura hasta posarse en su redondo y duro culo. Dejó escapar un gemido cuando él volvió a besar su cuello. Sus cuerpos se acercaron aún más, él bajó sus manos acercando su cadera a la de él, luego subió una para acariciarle un pecho. Siguieron besándose y acariciándose hasta que él la cogió de la mano y la llevó hasta unos sillones que estaban un poco apartados de la pista. Él se sentó y ella se puso encima a horcajadas. Continuaron besándose mientras él acariciaba sus muslos y subía su minifalda dejando ver parte del liguero. Ella bajó su mano hasta su entrepierna y desabrochó los botones del pantalón, introduciendo su mano para acariciar su pene, era grande y estaba duro, eso la excitó más. Iba a coger el bolso para sacar un condón cuando se les acercó un empleado de la discoteca para decirles que ahí no se podía hacer eso, ella se levantó, lo agarró de la mano y juntos se dirigienos a la salida. Sus amigas la conocían, sabían que cuando conocía a alguien se iba sin despedirse, quizás volviera a la discoteca más tarde o quizás se encontrasen en otra parte.

Una vez en la calle siguieron andando unos pocos metros hasta un callejón, no había nadie así que era el lugar "perfecto" para seguir donde lo habían dejado. Él la empujó contra las rejas de una ventana mientras la besaba, subió su minifalda y lo vio. "Llevas liguero"-le dijo, "Si, ¿te gusta?" -le preguntó ella, "Si" deslizó una mano entre sus muslos e introdujo sus dedos por debajo del tanga acariciando su clítoris. Ella gimió y se mordió suavemente el labio inferior. ¿Te gusta?- le susurró al oído. Si- le contestó ella. Lo besó apasionadamente, besó sus labios, su cuello, volvió a su boca mientras él introducía sus dedos en su húmeda vagina moviéndolos de dentro a fuera e introduciéndolos cada vez más adentro. Ella le desabrochó el cinturón y los botones y metió la mano por debajo de su boxer, rodeó con su mano su duro pene y lo acarició firmemente. Él le bajó el tirante de la camiseta dejando ver su sujetador, acarició su pecho por encima y bajó también su tirante, besó su pecho y mordisqueó suavemente el pezón. Esta vez sí pudo coger un condón del bolso y ponérselo, le rodeó el cuello con sus brazos y, mientras él la levantaba, ella entrelazó sus piernas alrededor de su cadera. Él apartó el tanga e introdujo su pene. Empezó a moverse lentamente, penetrándola con delicadeza, cada vez más adentro, más profundo, ella levantó un brazo y agarró una de las rejas de la ventana en la que se apoyaba y con la otra mano cogió otra, él aprovechó para levantarle la camiseta y el sujetador "Me gustan tus pechos"-le dijo mientras se los besaba, con la punta de la lengua rozó uno de sus rosados pezones, jugueteó con él para acabar chupándolo apasionadamente. Con una mano le agarraba la cadera y la otra la posó en su vientre, ella gimió y echó la cabeza hacia atrás. Entre jadeos y gemidos él siguió penetrándola cada vez más rápido, "Más, más, sigue así"- le decía ella, él la embestía con más fuerza, más adentro, cada vez más rápido, el placer aumentaba a medida que aumentaba el ritmo, sus caderas se movían buscándose el uno al otro, el placer recorría sus cuerpos, invadiéndolos, estremeciéndolos, ella se agarró fuertemente a él clavando sus dedos en su espalda "Me corro"- susurró a su oído. Echó la cabeza hacia atrás y gimió más fuerte mientras se tensaba todo su cuerpo, él siguió penetrándola, ella siguió gimiendo hasta que lanzó un grito que apenas pudo ahogar apoyando su boca contra el hombro de él. Al mismo tiempo, él permitió que su cuerpo se dejara llevar, dejó que el placer lo invadiera completamente, se estremeció y dejó escapar un grito de placer. Permanecieron abrazados tan solo unos segundos. Ella se soltó apoyando los pies en el suelo, sus piernas aún no tenían fuerza suficiente para aguantar su peso así que se apoyó contra la pared mientras se arreglaba la ropa, se colocaba bien el tanga, se bajaba la minifalda , se ponía el sujetador y bajaba también la camiseta. Él se apoyó también en la pared mientras se subía los pantalones y se abrochaba el cinturón. Al acabar ella lo miró a los ojos, le sonrió y lo besó, y sin más, sin decir una sola palabra, se dio media vuelta y se alejó. "¿No me das tu teléfono?"- le preguntó, ella siguió andando sin girarse y sin contestar. "Dime al menos cómo te llamas" pero siguió alejándose sin contestar.

3 comentarios:

  1. Menudo calentón! No dejas mucho pie a la imaginación! Esto no es un relato erótico sino pornográfico! Debes tener mucha experiencia que se deduce de algunos sutiles detalles! Espero que sea el 1º de una serie de relatos que alegren la vida a estos humanos que estamos a pan y agua!

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  2. ME ENCANTA !!!! es una pasada.....te engancha desde el principio. Estoy con Mon: no dejes de escribir. Besos y enhorabuena.

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