
"¿A que está bueno?" La que se lo preguntaba era Ana, su compañera de trabajo, las dos miraban en la misma dirección, hacia Ángel, el playboy de la oficina. Estaba a unos metros apoyado en la barra de la cafetería del hotel hablando con una chica. Le gustaba a todas las de la oficina, era muy guapo y tenía buen cuerpo pero no era sólo eso, había algo más, cierto magnetismo, una mirada profunda con la que parecía capaz de leer tu pensamiento, una sonrisa que podría derretir un iceberg y una voz cálida y sensual que era como si te acariciara. Moreno, cuerpo atlético, gran deportista y buen culo, ¿podía pedirse más?, pues sí, además era simpático, divertido, un buen conversador, culto y muy inteligente, el hombre perfecto y todavía estaba soltero, era natural que todas intentaran llamar su atención y, por lo que decían los rumores, más de una lo había conseguido.
Era la hora de la cena y estaban esperando a que les dijeran que podían pasar al comedor. Estos viajes de trabajo eran agotadores, todo el día de reuniones, pero servían para conocer compañeros de otras oficinas y para relacionarte de forma más informal con los propios, y eso era lo que parecía que quería Ángel con ella, siempre era muy amable con todo el mundo pero en esta ocasión estaba siendo muy atento, demasiado. Casualmente les tocó ir juntos en el vuelo de ida y fueron hablando todo el viaje, parecían tener muchas cosas en común, hasta ahora, en el trabajo, no habían tenido oportunidad de conocerse, trabajaban en distintos departamentos y no coincidian nunca, apenas habían cruzado unas palabras, pero la hora y media que duró el viaje les sirvió para conocerse mejor y pareció que a él le había agradado porque durante todo el día no se separó de ella, esa era la primera vez que la dejaba sola y su amiga Ana aprovechó para hablar con ella. "Parece que le has gustado" -le dijo, ella trató de quitarle importancia, él era así con todas, solo trataba de ser amable, pero su compañera insistía, él quería algo más que conversación. "Sabe que estoy casada y no creo que sea su tipo". Por fin abrieron el comedor y la gente fue pasando poco a poco. Ana, otros compañeros y ella se dirigieron a una mesa para sentarse juntos y Ángel se unió al grupo. Se iba a sentar enfrente de él pero pareció que no le gustaba, "No, no,así no" -dijo él, se levantó y cambió a la gente de sitio de forma que acabó sentado al lado de ella, su amiga la miró y sonrió maliciosamente. En el fondo se alegró, mientras los demás se pasaron toda la cena hablando de trabajo, ellos se divirtieron charlando animadamente de temas mucho menos densos. Era cierto lo que decían de él, sabía cómo hacer reir a una chica y eso era un punto a su favor. Entre anécdota y anécdota y entre broma y broma paso el tiempo volando y antes de que se dieran cuenta llegaron los postres. "¿Qué planes tienes para esta noche?" -le preguntó de repente. Ella le dijo que no había quedado en nada concreto pero que suponía que iría a la discoteca del hotel con los demás. "Conozco un sitio cerca de aquí que está muy bien, con buena música para bailar. Podríamos ir los dos solos para estar más tranquilos".Se quedó tan sorpredida que no supo qué contestar, titubeó y repitió "¿Un sitio cerca de aquí?"intentando ganar tiempo para pensar qué debía contestar, "Sólo para bailar, mujer, no te pongas nerviosa", ella se rió recordando a un amigo que siempre decía que con el baile iba incluído el desayuno y a pesar de eso, o precisamente por ello, aceptó la invitación. Después del café se despidieron de los demás, se levantaron y se fueron. Sabía perfectamente lo que estaban pensando todos y, quien sabe, quizás tuviesen razón.
En seguida llegaron al local, estaba a unos pocos metros del hotel y, como había dicho él, estaba muy bien y tenía buena música para bailar, además de una pista grande en la que hacerlo. Primero se sentaron en una mesa y pidieron una copa, estuvieron un buen rato hablando, él le contó que había tenido una relación de varios años que había acabado bastante mal, él había sufrido mucho y desde entonces no había vuelto a enamorarse, había tenido muchas relaciones pero ninguna importante y tampoco era lo que buscaba. Ella prefirió no contarle que tenía 30 años, que llevaba 7 casada, que había conocido a su marido a los 17, y que desde entonces no se había separado de él. Ella lo quería y no entendía qué hacía allí, no tenían ningún problema, se llevaban bien pero Ángel le atraía, era irresistible, sabía que sólo sería una aventura de una noche, un revolcón, pero no era capaz de decir que no e irse. Mientras le escuchaba contemplaba sus ojos azules, su nariz un poco aguileña, sus labios no muy gruesos, deseaba besarlos, quería que sus delgados dedos recorrieran su cuerpo, que sus brazos la rodearan y sentir su cuerpo sobre el suyo. "¿Bailamos?" -le dijo tendiéndole una mano, se levantó y se fueron a la pista. Al principio guardaban las distancias pero poco a poco sus cuerpos se fueron acercando. Podía sentir su calor y oler su colonia, la rodeó con sus brazos y ella apoyó la cabeza sobre su pecho. Así bailaron varias canciones, sin apenas decir nada, tan solo sintiéndose el uno al otro. "¿Nos vamos al hotel?"-le preguntó. "Si" -contestó ella
Cuando llegaron al hotel cogieron el ascensor para ir a las habitaciones. Estaban solos, él se acercó a ella, le apartó el flequillo de la cara y aprovechó para acariciarla. La miraba fijamente y fue aproximándose a sus labios, se paró a unos pocos centímetros obligándola a que fuera ella la que lo besara si quería y sí quiso. Se acercó y con sus labios besó su labio inferior, él le correspondió besándola suavemente, las puertas del ascensor se abrieron y salieron. La habitación más cercana era la de él y al pasar por delante se detuvo, le acarició el brazo desde el hombro hacia la mano y le dijo "Tú decides lo que quieres hacer" ella se acercó, le rodeó el cuello con sus brazos y lo besó. Él abrió la puerta y entraron. Se giró hacia ella y con sus manos rodeó su cara mientras la besaba, ella lo empujó suavemente hacia la cama sin dejar de besarlo, acarició su espalda por encima de su camisa y descendió hacia el pantalón, él bajó una de sus manos hacia un pecho y lo apretó delicadamente, besó la comisura de sus labios y descendió por el cuello deteniéndose ahí. La atrajo hacia la cama y se tumbaron, él deslizó lentamente su mano por debajo de su vestido acariciando sus muslos hasta llegar a su tanga, pasó sus dedos por encima de la tela y los movió en círculos justo encima del clítoris. Algo no iba bien, no conseguía excitarse, en realidad no sentía nada y no era porque él no lo hiciera correctamente, al contrario, besaba bien y en los sitios adecuados pero no había cosquilleo, ni siquiera una sensación agradable, dejó que apartara su tanga y rozara con las yemas de los dedos sus labios subiendo hacia el clítoris pero nada, no sentía nada. Se incorporó apoyándose en sus codos "¿Qué pasa?" -preguntó él mientras se detenía, "Nada" él iba a continuar pero ella lo detuvo, "No es una buena idea, lo siento" le dijo que no tenía nada que ver con él pero que no podía seguir, él le dijo que no pasaba nada, que lo entendía y dejó que se fuera. Una vez en su habitación se duchó y se metió en cama, no lo entendía, él le gustaba, le atraía, ¿cómo podía ser que no la excitara? y ¿qué pasaría mañana? ¿cómo iba a mirar a la cara a Ángel? seguro que pensaba que era una calientabraguetas y lo peor es que todo el mundo pensaría que se habían acostado. Estuvo dándole vueltas hasta que se quedó dormida.
Al día siguiente se encontró con Ana en el comedor del hotel mientras desayunaban. "Cuenta" -le dijo "¿Qué pasó anoche?". Se lo contó todo, desde que se fueron del hotel hasta que lo dejó solo en la habitación. Se quedó muy sorprendida por lo qe le contó, tampoco ella lo entendía. pero en el fondo se alegró por su amiga, no merecía la pena arriesgar un matrimonio por un polvo.
El avión no salía hasta después de comer, ya habían cogido ese vuelo pensando en que saldrían de noche y no querrían madrugar, además así aprovecharían para ir de compras. En todo el día no se encontraron con Ángel pero sabía que en el viaje de vuelta sería inevitable hacerlo y se ponía nerviosa con sólo pensarlo, ¿cómo reaccionaría él? pronto lo sabría. Comieron en el aeropuerto y en la cola para embarcar lo vio, estaba hablando muy animadamente con otra compañera, no parecía muy afectado y ni siquiera la saludó. Afortunadamente no le tocó ir sentada a su lado y el viaje de vuelta se le hizo eterno porque estaba deseando llegar a casa y ver a su marido.
Cuando aterrizaron las estaba esperando el novio de Ana, él la llevaría a casa ya que su marido le había dicho que no podía ir a buscarla. Ana quería que fuera a su casa a tomar un café pero ella prefirió ir directamente a la suya, estaba cansada y no se encontraba muy bien. Cuando llegó a casa lo único que quería era tumbarse en cama y dormir un poco, su marido no estaba así que subió al segundo piso y se dirigió al dormitorio. Se sorprendió al ver que desde la puerta de la habitación hasta la del cuarto de baño había una alfombra de pétalos de rosas rojas, sintió curiosidad y abrió la puerta del baño y la alfombra seguía hasta la bañera donde la esperaba su marido completamente desnudo. Ella se rió, se acercó a él y lo besó "¿Todo esto es para mí?" la bañera estaba llena de agua con mucha espuma y pétalos flotando "Todo, el baño y yo". Mientras se quitaba la ropa él se metió dentro y la ayudó a entrar. Se sentó entre sus piernas, apoyando su espalda contra su torso y dejó que su cuerpo se relajara completamente. Su marido cogió una esponja y frotó suavemente sus hombros, sus brazos, sus pechos, apartó su pelo y le besó el cuello, se estremeció, esta vez sí, con él sí. Recorrió su cuello besándolo de arriba abajo, soltó la espnja y con sus manos acarició su suave piel, pasó sus dedos por sus pechos rozando sus pezones ocultos por la espuma. Continuó acariciando su cuerpo, descendió hacia su vientre, ella gimió y, levantando un brazo, acarició la cara de su marido y la acercó a sus labios para besarlo, él siguió acariciándola hasta que ella separó ligeramente las piernas permitiendo que bajara un poco más, jugueteó con el suave vello antes de deslizar sus dedos por sus labios, con el dedo corazón los separó con delicadeza desde abajo hacia arriba y acarició su clítoris, volvió a bajar por los labios e introdujo un dedo en su caliente vagina acariciando sus húmedas paredes. Sacó el dedo y volvió a subir hacia el clítoris deteniéndose ahí. Empezó a moverlo en pequeños círculos lentamente, mientras, con la otra mano, acariciaba sus pechos y pellizcaba sus endurecidos pezones. Ella gemía de placer, buscaba su boca para besarlo, con sus manos acariciaba sus piernas y su respiración se aceleraba. Él volvió a introducir su dedo moviéndolo de dentro a fuera, metió otro más y con la palma de la mano rozaba el clítoris cada vez que la penetraba. Ella movía las caderas buscando el punto exacto a donde quería que llegaran los dedos, sus jadeos se aceleraban, sus gemidos eran cada vez más fuertes, su cuerpo se agitaba salpicando el agua fuera de la bañera, él movió más deprisa su mano, presionando con más fuerza su clítoris, acelerando más y más hasta que ella gritó, todos sus músculos se tensaron, durante unos segundos siguió moviéndose, fue deteniéndose lentamente mientras seguía gimiendo, la respiración fue recobrando su ritmo normal y su cuerpo se relajó totalmente.
Permanecieron unos minutos más en la bañera acariciándose suavemente, sin decirse nada. Él la besó en un hombro y le dijo "Vamos a la cama", se secaron con una toalla y se fueron al dormitorio. Ella se tumbó y él la siguió. Se abrazaron, se besaron y ella bajó su mano hasta su pene ya erecto, "Ahora me toca a mí" -le dijo. "No, aún no" -le contestó retirándosela. Volvió a besarla en los labios, acariciándoselos suavemente con los suyos. Descendió por el cuello y volvió a subir, esta vez fue un beso más profundo, lento y largo, exploró el interior de su boca y acarició su lengua. Bajó hacia sus pechos, mientras acariciaba uno chupeteó el pezon del otro y lo mordisqueó suavemente. Siguió bajando hacia el ombligo, besó su vientre notando cómo se estremecía bajo sus labios, le dobló las rodillas, le separó las piernas y siguió bajando. Con la punta de la lengua acarició la parte interna de los muslos aproximándose cada vez más a las ingles, acercándose a su húmedo sexo. Chupó sus labios e introdujo su lengua suavemente en su vagina moviéndola de dentro a fuera, acariciando con la punta fue subiendo lentamente hacia el clítoris, ella gemía pidiendo más y puso sus manos en su cabeza acariciándole el pelo, él chupó el clítoris, con sus dedos separó los labios y siguió succionándolo haciendo que ella gritara y se estremeciera, al mismo tiempo metió un dedo en su vagina caliente y húmeda y con otro acarició su ano para luego introducirlo cuidadosamente, volvió a gritar, movió sus caderas para que la penetrara más adentro con sus dedos, el placer era tan intenso que su cuerpo vibró mientras el orgasmo se apoderaba de ella. Pero él no se detuvo, ella aún seguía jadeando e intentando recuperarse cuando la besó apasionadamente al mismo tiempo que introducía su pene en su vagina. Sus músculos aún estaban contraídos haciendo que sintiera aún más la pentración y seguía tan excitada que el más mínimo roce hacía que su cuerpo temblara. Rodeó con sus piernas las caderas de su marido. Él continuó penetrándola con fuerza, con cada embestida se la metía más adentro y ella clavaba sus manos en su espalda mientras gemía. Aceleró el ritmo, sus cuerpos estaban completamente pegados, su piel ardía, los jadeos y los gemidos se sucedían, ella besaba los hombros de su marido, apretaba sus labios contra su piel y cuando volvió a correrse no pudo evitar morderlo mientras ahogaba sus gritos. Lentamente se separó de ella, se quedó de rodillas entre sus piernas y contempló su sexo caliente y vibrante. Agarrándola de las caderas la giró dejándola boca abajo. Ella se incorporó apoyándose en sus rodillas y en sus manos, él la atrajo hacia si con un movimiento brusco y rápido, con las manos separó sus nalgas y acercó la punta del pene al ano. Empujó suavemente, introduciéndolo con cuidado, lo retiró y volvió a meterlo, muy lentamente la penetró un poco más, volvió a sacarlo y otra vez lo introdujo, cada vez lo iba metiendo más adentro, poco a poco fue aumentando la velocidad, ella se apoyó sobre sus antebrazos inclinando su cuerpo hacia abajo y él agarro su cadera. Ahora los dos gemían, los dos vibraban, sus cuerpos se movían al mismo ritmo, él se sentó sobre sus talones y ella se incorporó pegando la espalda a su pecho. Subía y bajaba y sus caderas no paraban, él llevó una mano hacia su pubis, acarició su clítoris y metió sus dedos en su vagina. Seguían moviéndose, dejándose llevar, cada parte de su cuerpo, cada milímetro de su piel se estremeció rindiéndose al placer. Sus gemidos dieron paso a gritos y sus cuerpos se detuvieron. Se tumbaron en la cama, uno al lado del otro sin poder moverse, sus corazones no dejaban de latir con fuerza y su respiración seguía siendo rápida y entrecortada. Poco a poco fueron recuperándose, él la abrazó y la besó dulcemente. Ella lo miró a los ojos, ahora sabía por qué no había podido serle infiel. Lo amaba.
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