domingo, 29 de agosto de 2010

DESDE HACE TANTO TIEMPO


Ella se levantó de la silla y, con sus brazos, rodeó su cuello para continuar besándolo. Sus cuerpos se pegaron el uno contra el otro y sus manos los recorrieron por encima de la ropa. Ella le desabrochó los botones de la camisa, él le quitó la camiseta dejando ver su sujetador de encaje rojo y negro, acarició sus pechos y los besó mientras ella le desabrochaba el pantalón. Pasó su mano por encima del calzoncillo notando cómo se iba endureciendo su pene. Besó su pecho descendiendo lentamente hacia su abdomen y bajó el bóxer dejando al descubierto su gran pene, lo agarró con una mano y lo acarició primero suave y lentamente para ir aumentando poco a poco la intensidad. "Mmmm, ¡qué bueno!" -exclamó él. Le quitó el sujetador y, agarrándola por la cintura la sentó en la mesa. Ella se reclinó hacia atrás tumándose completamente, él le desabrochó el pantalón y se lo quitó contemplando su cuerpo casi desnudo. Acarició sus firmes pechos e, inclinándose sobre ella los besó, lamió sus endurecidos pezones y los chupoó apasionadamente. Ella separó las piernas para dejar que rozara el tanga con su cuerpo desnudo, movió su cadera excitándose al notar el contacto de su cuerpo sobre su clítoris. Él descendió por su vientre besando su piel suave y blanca hasta llegar al encaje que aún tapaba su sexo, pasó su lengua sobre él dejando que sintiera su cálido aliento, y deslizando un dedo por el borde se lo quitó. Con sus dedos acarició sus húmedos labios haciendo que gimiera de placer. Introdujo un dedo dentro de su vagina y con la lengua acarició su clítoris. Ella posó las manos en su cabeza agarrando su cabello y acercándolo más a su cuerpo. Él continuó lamiéndo sus labios, chupándo su clítoris y acariciando con su dedo el interior de su vagina, aumentó el ritmo haciendo más intenso el placer. Sus gemidos y sus jadeos hacían que él se excitara más, Cada vez estaba más húmeda, sentía cómo sus dedos se empapaban. Estaba caliente y suplicaba más, quería que siguiera, no podía reprimir los gritos, él aceleró aún más, notó cómo se contraían las paredes de su vagina, siguió penetrándola mientras se estremecía y se agitaba. Siguió lamiendo sus labios sintiendo su sabor. Sólo cuando ella se relajó completamente se detuvo.


No sabía cómo había sucedido. Álex era el Don Juan del hospital. Éste era su último año de residencia juntos aunque nunca habían tenido mucho trato. Ella no era el tipo de mujer con la que solía relacionarse. Alto, atlético, guapo, inteligente, divertido no era la clase de hombre que solía fijarse en ella y, además, acostumbraba a estar demasiado ocupado con el resto de compañeras del hospital como para perder el tiempo con ella. Según los rumores tenía una relación con una médico casada pero eso no impedía que tonteara con otras, aunque nunca lo había hecho con ella. Sin embargo hacía unos días que se mostraba muy atento y simpático, la tenía muy despistada, no entendía ese cambio de actitud, no había pasado nada especial, tan sólo que habían comido juntos un día y desde entonces desplegaba todos sus encantos cada vez que la veía, quien sabe, quizás su amena conversación lo había cautivado. Esa mañana había ido a pedirle ayuda para un trabajo que tenía que hacer, ella aceptó ayudarle y quedaron para más tarde. Cuando llegó ya la estaba esperando frente al ordenador, le dijo que se sentara ya que ella era la que controlaba de informática y él se quedó detrás, muy cerca, rozando su pelo, apoyando la mano en su hombro. "Me gusta tu perfume" -le dijo, pero ella siguió trabajando como si no se diera cuenta de lo que estaba intentando. Él se acercó más, pegó el cuerpo a su espalda y acarició su larga melena muy suavemente, muy lentamente. Ella empezaba a ponerse nerviosa, ¿qué estaba haciendo?, ¿qué pretendía?, ¿por qué ahora? ¿por qué ella?. "Te veo muy tensa" -le dijo poniendo las manos sobre sus hombros y masajeándolos por encima de la camiseta. Tenía unas manos fuertes y vigorosas que lograron excitarla tan sólo con sentir su contacto. Apartó su pelo dejando al descubierto su blanco cuello y lo besó tiernamente,. Sus cálidos y húmedos besos lo recorrieron desde la oreja hasta el hombro. "Así no voy a lograr concentrarme en el trabajo" -le dijo ella conteniendo la respiración, "pues concéntrate en mí" -le contestó él. Ella giró la cabeza buscando ansiosa sus labios para besarlos.


Su agitada respiración aún no se había calmado cuando él se tumbó sobre ella y la besó introduciendo la lengua en su boca, acariciando sus dientes con ella y explorando cada rincón. Ella acarició su espalda hasta que él agarró sus muñecas contra la mesa inmovilizándola. Besó su cuello con furia, bajó hasta sus pechos y los mordió apasionadamente. Se incorporó y, agarrándola por la cadera, la arrastró hasta el borde de la mesa, puso sus manos en sus muslos separándo las piernas y miró cómo la penetraba. Ella sintió cómo se adentraba en su cuerpo, notaba su pene empujando lentamente, entrando cada vez más, completamente, hasta el fondo. La sacó y volvió a meterla despacio mirando sus labios húmedos e hinchados, rojos y calientes. Ella movió su cadera acercándose a la suya, él empezó a moverse al mismo compás, embistiéndola con fuerza mientras miraba su rostro. En sus ojos se reflejaba el deseo, su boca entreabierta pedía más y aumentó el ritmo, empezó a moverse más rápido, golpeando su cadera contra la de ella, sus pechos se movían con cada empujón, "Más, más fuerte" -le pedía y él la complació. El ritmo era frenético, sus cuerpos se dejaban llevar por el intenso placer mientras los gemidos y jadeos se sucedían sin poder reprimirlos. Gotas de sudor corrían por su piel. Él colocó sus dedos en su clítoris haciendo que su cuerpo se tensara, arqueó la espalda dejando escapar un grito "no te pares" -le gritó, "Si, si, quiero correrme contigo" -dijo él sin dejar de penetrarla. Los dos dejaron escapar un grito, sus músculos se contrajeron, su respiración se detuvo y dejaron que cada parte de su cuerpo disfrutara plenamente. Él se echó hacia delante para quedar tumbado encima de ella intentando recuperar su respiración y mientras se besaban dulcemente y se acariciaban el uno al otro. "Menudo polvo".

jueves, 26 de agosto de 2010

DOS DESCONOCIDOS


Necesitaba urgentemente un vestido para una boda, como de costumbre lo había dejado para el último momento y ahora no encontraba nada que le gustara. Había ido a esos grandes almacenes pensando que ahí habría algo perro después de tres horas buscando y 10 vestidos probados empezaba a pensar que no lo iba a encontrar. Le dolían los pies y estaba aburrida así que decidió ir a la cafetería a tomar algo y a descansar un poco. Llevaba unos minutos sentada cuando vio entrar a un hombre realmente atractivo. Cuando pasó a su lado se cruzaron sus miradas y él le sonrió. Acabó de tomar el café y volvió a buscar el dichoso vestido. De pronto se fijó que en la sección de caballero estaba el hombre de la cafetería mirándola fijamente. Ella le sonrió y él le devolvió la sonrisa. Tenía una mirada penetrante y seductora y una sonrisa cálida y sensual. Siguió buscando entre la ropa intentando tranquilizarse, no sabía por qué pero se había puesto muy nerviosa cuando le devolvió la sonrisa. Se alejó un poco pensando que así la perdería de vista y se iría pero cuando menos lo esperaba se le acercó por la espalda y con una voz grave y susurrante le dijo al oído: "Te espero en los baños dentro de 5 minutos". El corazón le latía con fuerza dentro de su pecho, no podía creer lo que estaba ocurriendo y tampoco podía creer lo que iba a hacer, ir a los baños. Nunca había hecho algo así antes pero la excitaba la sola idea de hacerlo.

Cinco minutos después se dirigió a los aseos. El atractivo hombre la estaba esperando dentro, sonrió al verla , la agarró de la mano y entraron en el de hombres. La empujó contra la pared, cerró la puerta y la besó apasionadamente. Sus manos acariciaron su cuerpo por encima de la ropa mientras con su lengua exploraba su boca. Ella, tímidamente, empezó a acariciarle la espalda deslizando sus manos por debajo de su camisa. Al principio estaba nerviosa por si entraba alguien y los oía pero a medida que aumentaba su excitación fue olvidándose de dónde estaban. Él besó su cuello, con una mano bajó el tirante de la camiseta y siguió besándola hasta el hombro. Ella besó el lóbulo de su oreja y lo mordió suavemente notando cómo se excitaba. Él subió su falda y ella bajó sus manos hasta sus firmes glúteos apretando su cadera hacia la suya. Notó su duro pene contra su clítoris y gimió de placer. "Quiero que me la chupes" -le susurró al oído con voz ronca. Ella se sentó en la tapa del váter y le desaabrochó el cinturón y los botones del pantalón dejando que se cayera hasta los tobillos. Llevaba unos bóxer negros ceñidos muy sexys, deslizó los dedos por debajo de la goma de la cintura y los bajó dejando ver el gran pene que antes había sentido contra su cuerpo. Lo agarró con una mano y con la punta de la lengua lo recorrió desde la base hasta el glande. Bajó besándolo suavemente todo a lo largo para volver a subir lamiéndolo con toda la lengua humedeciéndolo con su saliva. Sus gemidos la excitaban. Jugueteó con la punta, chupándola suavemente, lamiéndola alrededor, besándola y volvió a subir pasando la lengua por todo su pene. Se lo metió en la boca mientras lo acariciaba con la mano acompañando cada penetración. "¡Oh! ¡qué bien lo haces!" -le dijo. Siguió chupándoselo mientras lo miraba a los ojos, podía ver su excitación en ellos. Empezó a acariciarle los testículos y al ver que eso le gustaba empezó a lamérselos y a chupárselos al mismo tiempo que acariciaba el pene con la mano. Él separó un poco las piernas y ella aprovechó para acariciar con un dedo desde sus testículos hasta el esfínter mientras volvía a meterse el pene en la boca y se lo chupaba. "Joder" -exclamó, ella continuó acariciándolo, acercándose al esfinter, rozando el borde, volviendo hacia los testículos y regresando de nuevo al ano para detenerse ahí, acariciándolo e introduciendo poco a poco la punta del dedo. "Para" -le pidió, la puso en pie, la giró y, levantándole la falda la penetró analmente. Se la metió hasta el fondo, con fuerza, agarrándola de la cadera y empujándola hacia él. Repitió las embestidas mientras ella gemía, "más fuerte" -le decía, "sigue, no te pares, métemela toda". Sus piernas temblaron, su espalda se estremeció, apretó los puños clavándose las uñas en las palmas y gritó de placer. Ella fue la primera en salir del aseo, afortunadamente no había nadie fuera. Se acicaló un poco delante del espejo y se fue.

Siguió su búsqueda un poco más hasta que decidió irse a casa. Bajó al parking y se dirigió a su coche. Allí estaba él, el mismo que hacia media hora estaba corriéndose dentro de ella. Se acercó a él y lo besó. "¿Al final encontraste el vestido?" -le preguntó cogiéndola de la cintura. "Si, compré uno muy bonito". Se subieron al coche y mientras salian del parking él le dijo: "Recuerda que tenmos que ir a casa de tus padres a recoger al niño".