sábado, 7 de abril de 2012

CÁLIDO VERANO


Todos los veranos pasaba una semana en casa de mis tíos en el pueblo. Ya tenía 17 años pero mi mejor amiga vivía allí y tenía muchas ganas de verla después de todo un año separadas. Era un verano muy caluroso, demasiado para ser el norte y teníamos unas noches muy agradables para estar fuera. Los padres de mi amiga tenían un bar enfrente de la casa de mis tíos y ella les ayudaba cuando tenían mucha gente así que yo me pasaba bastante tiempo allí, sobre todo por la noche. Después de cenar me acercaba al bar, si no tenían mucho trabajo nos quedábamos sentadas en las escaleras de la entrada, así en cuanto necesitaban su ayuda ella entraba y yo me quedaba fuera. A veces se acercaban algunos vecinos y acabábamos siendo un buen grupo. No hacíamos gran cosa salvo charlar y disfrutar de la noche pero era divertido. Una noche se unió a nosotros un hombre de unos 40 años que tenía una casa justo al lado. Nunca lo había visto antes porque sólo iba los fines de semana y nunca habíamos coincidido. Estuvimos hablando largo rato y descubrimos que era amigo de mis padres y además el tío de un amigo mío de la ciudad. Él también vivía allí pero los fines de semana se venían su mujer, sus dos hijos y él al pueblo, aunque justo ese fin de semana estaba solo. Las horas pasaban y la gente se iba yendo, hubo un momento en el que nos quedamos los dos solos mientras mi amiga estaba en el bar. Se acercó a mí y se sentó a mi lado, no recuerdo de qué estábamos hablando, sólo recuerdo que empezó a acariciarme el pelo y que deslizó su mano hasta llegar a mi pecho que apretó suavemente mientras me miraba fijamente a los ojos y me sonreía. Yo estaba sorprendida, excitada y asustada, no podía dejar de pensar que mi amiga saldría de un momento a otro y nos sorprendería, sus padres estaban dentro y mis tíos en su casa, justo enfrente. Sabía que eso estaba mal, estaba casado, era bastante mayor, amigo de mis padres y, además, yo aún era virgen, ni siquiera había tenido novio. Era la primera vez que un hombre me acariciaba así, nunca me habían mirado con tanto deseo, sabía lo que él quería y yo también lo deseaba pero… no estaba bien. No me aparté aunque le dije que parara. Él me preguntó si estaba segura sin llegar a detenerse. Sentía su mano a través de mi camiseta de algodón y mi sujetador, mi pezón se endureció marcándose bajo la ropa. Me mordí el labio inferior y, muy a mi pesar, le dije que sí. Temí que no lo hiciera pero se paró y se apartó de mí, en el fondo deseaba que no lo hubiese hecho pero un minuto después salió mi amiga y él se despidió. Ya iban a cerrar el bar cuando me fui a dormir a casa de mis tíos. Ellos ya estaban acostados y yo me fui directamente a cama sin dejar de pensar en lo que había sucedido y en lo que podría haber pasado si no le hubiese dicho que parase.

Me tumbé por encima de las sábanas sin ponerme el camisón, hacía tanto calor que no necesitaba taparme. Me acaricié deteniendo mi mano donde él la había puesto hacía unos minutos. ¿Por qué le había dicho que parase si en realidad deseaba que continuase?, estaba casado pero yo no quería deshacer el matrimonio, no iba a meterme en medio. Era mayor pero tenía experiencia, seguro que sabía cómo hacerme disfrutar, sería la persona ideal con la que perder mi virginidad. Me daba miedo que la gente lo supiera, que mis padres se enteraran, sería un escándalo pero siendo discretos y haciéndolo una sola vez no tendría por qué saberlo nadie. Ojalá pudiera dar marcha atrás, volver al momento en que se sentó a mi lado y me acarició. Sentía su presencia, su respiración cerca de mi rostro y su mano en mi pecho, eso me excitaba, bajé mi mano hasta mi braguita que ya estaba húmeda sólo con recordarlo. Deslicé mis dedos por debajo de la tela y acaricié mis labios calientes mientras con la otra mano apretaba mi pecho igual que él lo había hecho. Me lo imaginaba encima de mí, besándome y penetrándome mientras mis dedos tocaban mi clítoris excitándome más. Apreté fuertemente mis labios para ahogar los gemidos mientras me corría pensando en él.

A la mañana siguiente me levanté y ayudé a mi tía, a través de la ventana veía su casa, suponía que él estaba dentro porque no lo había visto salir, quería ir allí, llamar a la puerta y decirle que no quería que parase, pero no me atrevía, a lo mejor ya había cambiado de opinión o se había ido. Lo pensé una y otra vez, ya me daba igual si estaba bien o mal sólo sabía que lo deseaba. Después de comer, mientras mis tíos dormían la siesta salí de casa, crucé la carretera y me detuve delante de su puerta. No lo pensé dos veces o si no no lo haría, puse mi dedo en el timbre y llamé. Mi corazón latía tan fuerte que creí que se me salía, tenía la boca seca y me sudaban las manos, no abría nadie. Estaba a punto de dar media vuelta cuando se abrió la puerta. Allí estaba él, de pie frente a mí, mirándome sorprendido. No supe qué decir pero no hizo falta, sonrió y me dejó entrar. Estaba nerviosísima, tenía miedo y al mismo tiempo me excitaba sólo con pensar en lo que iba a pasar. Me llevó a la sala y me dijo que me sentara en el sofá. "¿Quieres tomar algo?" -me preguntó. Le pedí un refresco y lo esperé allí sentada mirando a mi alrededor los muebles que decoraban la habitación. Llegó con un par de bebidas y se sentó a mi lado. Estuvimos hablando de cosas intrascendentes mientras iba relajándome poco a poco, se acercó lentamente a mí sin apartar su mirada, "tienes unos ojos preciosos" -susurró. Esta vez no iba a frenarlo. Acarició mi mejilla con el dorso de su mano, sonrió y me besó muy suavemente. "¿Estás nerviosa?", "no"- mentí. Apartó mi larga melena y besó mi cuello haciendo que un cosquilleo recorriera todo mi cuerpo y que mojara mis braguitas. Me quitó la camiseta y con un dedo bajó las tiras de mi sujetador dejando a la vista mis pechos. Los acarició mientras los contemplaba, con su lengua lamió primero un pezón y luego el otro. Yo permanecía inmóvil dejando que él me tocara, no sabía muy bien qué hacer, quería acariciarlo pero me daba vergüenza y antes de que hiciera nada me agarró la mano y la puso en su entrepierna. Su pene estaba duro, apretado contra su pantalón, se bajó la cremallera y se lo sacó, yo empecé a acariciarlo, era la primera vez que tocaba uno, no me lo imaginaba tan suave ni tan duro ni tan grande. Metió su mano por debajo de mi falda, deslizándola entre mis piernas acariciando mi sexo por encima de mi braguita, dejé escapar un gemido al sentir sus dedos sobre mi clítoris. Me llevó a su dormitorio, me tumbó en su cama y se acostó a mi lado después de desnudarse rápidamente. Me quitó la falda, el sujetador y las braguitas y contempló mi cuerpo completamente desnudo. Empezó a besar mis pechos, a chupar los pezones, a lamerlos y a apretarlos con sus enormes manos, "¡cómo me gustan tus tetas!"- me dijo. Bajó una mano hasta mi húmedo sexo y acarició mi clítoris hasta que me corrí entre jadeos y espasmos. Sus dedos resbalaron por mis labios hasta llegar a la entrada de mi vagina chorreante y anhelante, introdujo uno lentamente abriéndose paso entre las estrechas paredes y lo movió de forma que otra oleada de placer recorriera mi cuerpo, me gustaba pero quería más, quería sentirlo dentro de mí. Se puso encima separando mis piernas y acercó su duro pene a mi vagina, "¿eres virgen?" -me preguntó deteniéndose justo en la entrada. Asentí con la cabeza deseando que eso no lo detuviera y moví mis caderas acercándome a él para que continuara. Me penetró con cuidado sacándola y metiéndola cada vez más adentro, a penas me dolía, sólo cuando llegó al fondo sentí una punzada pero pronto el placer hizo que olvidara el dolor. "¡Cómo me gusta tu coño, tan estrecho, me pone a mil!" -dijo con voz ronca por el placer acelerando sus movimientos, metiéndola hasta el fondo, follándome apasionadamente, yo no podía reprimir mis gemidos que se iban intensificando al tiempo que aumentaba el placer, agarré sus brazos con mis manos y apreté fuertemente cuando el orgasmo se apoderó de mí por sus repetidas embestidas. Su cara se desencajó y lanzó un grito mientras se corría dentro de mí. Se quedó unos segundos quieto sin salirse mientras recuperaba el aliento. Nos levantamos y fuimos a ducharnos, se mostró muy cariñoso y muy tierno, me preguntó si me había gustado, si me había hecho daño y si quería irme ya o si prefería quedarme. Yo le dije que aún era pronto para ir a casa y volvimos a la cama.

Me quedé mirando su polla ahora flácida colgando entre sus piernas, acerqué mi mano y empecé a acariciarla. Él se giró colocando su cabeza entre mis piernas y poniendo en frente de mi boca su pene. Tímidamente la lamí, era suave y aún estaba mojada después de la ducha. Metí la punta en mi boca y la chupé como si fuera un helado que se iba endureciendo poco a poco. Mientras tanto él pasaba su lengua por mi coño rozando con la punta mi clítoris. La sentía acariciando mis labios e introduciéndose dentro de mi cuerpo. Los dos chupábamos al mismo tiempo, excitándonos mutuamente. Yo lamía su polla, la acariciaba con mi mano y la metía en mi boca jugueteando con la punta. Él metía sus dedos dentro de mi coño y chupaba mi clítoris haciendo que me corriera una vez más. Su miembro duro latió justo antes de que su leche caliente llenara mi boca haciendo que me lo tragara. Me giré y me abracé a él quedándonos así un rato hasta que me preguntó :"¿Continuamos?", sonreí y asentí.