
Las puertas del ascensor se cerraron detrás de mí. Habitación 344. Empecé a buscarla por los estrechos y tortuosos pasillos del hotel, estaba nerviosa, hasta el momento no había pensado demasiado en lo que estaba apunto de hacer, en realidad no lo había querido pensar o si no no lo haría. Lo había conocido en un chat hacía un par de semanas nada más, los dos buscábamos lo mismo, no queríamos una relación ni una amistad, sólo queríamos sexo. Yo había tenido muy malas experiencias con los hombres, me entregaba completamente, confiaba en ellos y al final siempre me traicionaban, hacía tiempo que no salía con nadie y tampoco quería pero tenía necesidades y estaba cansada de salir los viernes por las noches buscando satisfacerlas, así que se me ocurrió buscar en internet a alguien que quisiera lo mismo que yo, sexo sin ningún tipo de compromiso, alguien que compartiera mis gustos y con la suficiente madurez como para aceptar ese tipo de relación. Y después de un tiempo encontré lo que buscaba, o eso creía y estaba a punto de comprobar si estaba en lo cierto. Por fin encontré la habitación, el corazón me latía a toda velocidad, tenía las manos frías y sudorosas, la boca seca y pastosa y sentía una opresión en el pecho que no me dejaba respirar, queria dar media vuelta e irme, pero levanté la mano y golpeé con los nudillos en la puerta, "¿Quién es?" -dijo una voz profunda y masculina desde dentro, "Soy Loto", ése era mi nick, habíamos decidido no dar nuestro verdaderos nombres. Se oyeron unos pasos que se acercaban, giró el pomo y se abrió la puerta lentamente. Ya era tarde para echarse atrás.
Ahí estaba él, metro setenta y cinco, pelo negro, ojos negros y cuerpo musculoso, más guapo que en la foto que me había mandado. "Pasa" -me dijo. No sabía muy bien qué hacer, me quedé de pie en medio de la habitación mirándolo, él sonrió y se acercó a mí. Me acarició la cara con el dorso de la mano mientras me miraba a los ojos "¿Nerviosa?" -me preguntó "No" -le mentí acercándome para besarlo, ese era uno de los momentos decisivos, si no me gustaba como besaba no me gustaría el sexo. Rocé sus labios muy suavemente, podía oler su after-shave y embriagada por el olor rodeé su cuello con mis brazos pegando mi cuerpo al suyo y lo besé, larga y profundamente, él me abrazó acariciándome la espalda por encima de la blusa y correspondió a mi beso suavemente, como a mí me gustaba. Llevó una mano a mi pecho y apretó ligeramente, gemí mientras seguía besándolo ansiosamente deseando sentir sus manos sobre mi piel. Desabrochó mi blusa lentamente, botón a botón y deslizó su mano por debajo acariciando el corpiño negro que me había puesto. De pronto se aparto y me empujó violentamente tirándome sobre la cama, me asustó esa reacción pero al mismo tiempo me excitó. Me agarró las piernas con ambas manos y me arrastró hacia el borde levantando mi falda hasta la cintura y dejando ver mi tanga negro. Puso su mano sobre él acariciándolo con firmeza, sentí cómo se iba humedeciendo bajo sus dedos, apartó el tanga y con un dedo fue subiendo separando los labios hasta llegar al clítoris, un placer intenso me sacudió, continuó acariciándolo, dejé escapar un gemido y mis puños se cerraron apretando fuertemente la colcha. Sacó la mano y con un movimiento brusco me arrancó el tanga. Me miró a los ojos y, sin apartar la mirada, metió un dedo en mi vagina, hasta el fondo, rápidamente, mis músculos se tensaron, empezó a moverlo acariciando las húmedas y calientes paredes, intodujo otro dedo y continuó moviéndolos, de dentro a fuera. Observaba mi reacción, miraba cómo me mordía el labio inferior, cómo gemía, como subían y bajaban mis pechos al acelerarse mi respiración, cerré los ojos pero seguía notando su mirada sobre mí. Al mismo tiempo que me penetraba con los dedos empezó a estimular mi clítoris, lo rozaba con cada penetración, primero lentamente pero poco a poco fue aumentando el ritmo, me estremecía cada vez que lo tocaba, Más rápido, apenas separaba su mano de él, apretaba sus dedos contra la pared de mi vagina presionando suavemente, mis jadeos y mis gemidos eran cada vez más intensos, el placer iba aumentando, invadía mi cuerpo, cada vez se movía más deprisa, mi respiración se entrecortaba entre jadeos, gemidos y suspiros, llevé mi mano a mi boca y apreté los dientes contra ella para ahogar mis gritos mientras mi cuerpo se sacudía violentamente, retiró sus dedos completamente empapados mientras aún me estremecía, los acercó a mis labios y los introdujo en mi boca, noté un sabor salado y algo acre sobre mi lengua. Se tumbó sobre mí y me besó, con su lengua acarició la mía, apretó sus labios contra los míos y me los mordió suavemente. Me quitó la blusa dejándome el corpiño puesto, "Me gusta tu corpiño" era transparente y tenía bordadas unas flores negras, pasó la punta de sus dedos por la tela, siguiendo las ballenas hacia abajo, hacia el ombligo, me desabrochó la falda y me la quitó. Siguió acariciándome el vientre, posó sus labios sobre él y lo besó, sentí su cálido aliento sobre mi piel, fue bajando hacia el pubis y con la punta de la lengua volvió a subir lentamente hasta el ombligo. Bajó las tiras del corpiño para poder acariciar mis pechos, los besó, acarició los pezones y los mordió, siguió acariciándolos, estrujándolos, besándolos, chupándolos y mordiéndolos. Separó mis piernas y pasó su lengua por mis labios, al sentir su contacto sobre mi clítoris me aparté, aún estaba muy sensible pero él me agarró las caderas con las manos impidiéndome que me moviera y volvió a lamerlo, la sensación era tan intensa que no lo soportaba pero no podía impedírselo, seguía lamiéndolo con toda la lengua y chupándolo, puse mis manos en su cabeza para apartarlo, quería que parara y al mismo tiempo quería que siguiera, grité y sacudí la cabeza de lado a lado. Paró. Todos mis músculos estaban en tensión y se relajaron, volvió a acercar su cara a mi sexo e intenté apartarme pensando que seguiría pero metió la lengua dentro de mi vagina acariciando la entrada con su punta, sentía cómo la introducía y la sacaba, cómo succionaba los bordes, chupaba y lamía. Paró, se desabrochó el pantalón y se puso un condón. Levantó mis piernas apoyándolas sobre su pecho, agarró mis caderas, las colocó encima de sus piernas e introdujo su duro y gran pene dentro de mí. Empezó a moverse lentamente, metiéndolo hasta el fondo, yo gemía con cada embestida, lo sentía dentro, tan grande, tan duro, seguía moviéndose, metiéndolo y sacándolo, lenta y profundamente. Colocó sus manos por dentro de mis muslos separándome las piernas para poder ver cómo me penetraba. Sacó su pene completamente y con la punta rozó la entrada de mi vagina, lo introdujo un poco y lo volvió a sacar, me estremecí y gemí, repitió otra vez, volvió a meterlo unos pocos centímetros y volvió a sacarlo. "¿Te gusta así?", "Sí, me gusta" -le respondí entre gemidos. Iba sintiendo más y más placer, me gustaba y siguió un poco más hasta que le pedí que me lo metiera todo. "¿Eso es lo que quieres?, ¿que te la meta entera?, ¿que te la meta hasta el fondo?" -susurró con voz ronca por el placer. "Métemela" -le supliqué mientras movía mis caderas acercándome a él para que me penetrara. Me agarró por la cintura y me levantó hasta sentarme en sus piernas introduciéndome su pene completamente. Un gemido se escapó de mi garganta, lo besé al tiempo que le quitaba la camisa, apoyé mis brazos en sus hombros y empecé a moverme de arriba abajo introduciendo su pene más profundamente. Él desabrochó mi corpiño y me lo quitó, acarició mi espalda, bajó hasta mi culo y lo apretó clavando sus dedos en él, deslizó una mano hacia el centro e introdujo un dedo en mi ano mientras seguía penetrándome, gemí. Continué besándolo, acariciando sus labios con mi lengua, mordiéndolos suavemente mientras mis caderas aumentaban el ritmo, Apartó mi pelo dejando mi cuello al descubierto para besarlo y acariciarlo con su lengua húmeda y cálida. Me incliné ligeramente hacia atrás sin dejar de moverme, mis pechos seguían el ritmo de mis caderas, mis pezones estaban duros y erectos, posó sus labios sobre uno y lo chupó. Apoyé mis manos en el colchón para que me penetrara con más fuerza, seguí moviéndome cada vez más y más deprisa, me agarró las caderas y empezó a moverse al mismo ritmo. Nuestros jadeos se hacían más intensos al aumentar la velocidad, la respiración se agitaba,, se tensaban los cuerpos, nuestras caderas se movían a un ritmo frenético. Mis gemidos se convirtieron en gritos, el intenso placer sacudió mi cuerpo, me estremecí, mis músculos temblaron, los orgasmos se sucedían uno detrás de otro. "Sigue, sigue, no te pares" -le grité, seguí moviéndome frenéticamente, no podía detenerme, no quería que se acabara, mis caderas buscaban más orgasmos. Él no aguantó más, todo su cuerpo se contrajo, gritó entre espasmos hasta que se relajó y dejó caer su cuerpo sobre el mio quedándose completamente tumbado sobre mí. Mi corazón latía con fuerza dentro de mi pecho, apenas conseguía respirar, seguía estremeciéndome, el placer seguía inundando mi cuerpo. Poco a poco fui relajándome, mis piernas estaban sin fuerza y doloridas por la tensión y apenas podía moverme. Él permaneció inmóvil unos minutos mientras se recuperaba, se tumbó a mi lado y con un gran esfuerzo consiguió quitarse los pantalones y los calzoncillos y se quedó tumbado a mi lado.
Al cabo de un rato me abrazó y estuvimos acariciándonos y besándonos. mientras hablamos. Me preguntó si me había gustado, ¡qué pregunta! y si podíamos quedar otro día, quería volver a verme, no sabía qué decirle, no solía repetir porque siempre se corría el riego de que uno de los dos quisiera algo más que sexo, pero me había gustado mucho. Insistía, quería que le respondiera, mi indecisión le dio esperanzas y me propuso que pasáramos todo un fin de semana juntos. Tentador, pero seguía sin decidirme, para convencerme empezó a besarme el cuello y bajó por mi piel dándome pequeños besos, primero en mis hombros, en mis pechos, en mi estómago, en mi vientre, "Ábrete" -me susurró, aún estaba agotada y no creía que mi cuerpo pudiera seguir pero separé mis piernas. Seguía húmeda, mis muslos estaban empapados y pasó su lengua lamiéndolos y chupádolos hasta llegar a los labios aún hinchados y calientes, los succionó, metió su lengua en mi vagina girándola y lamiendo las paredes aún contraídas, con sus dedos acarició mi clítoris mientras seguía penetrándome con su lengua y con la otra mano introdujo un dedo en mi ano. Apesar del cansancio eso me excitó otra vez, sentir su dedo dentro, rozando la entrada, abriéndola poco a poco hizo que gimiera y que me estremeciera, me giró poniéndome boca abajo y levantó mis caderas acercándolas a él. Primero me metió su pene en mi húmeda vagina y volvió a introducir sus dedos en mi ano abriéndolo más. "¿Quieres que te la meta por el culo?" -me preguntó. "Sí, sí". Fue introduciéndolo lentamente, con cuidado pero sin detenerse, poco a poco lo metío más adentro, mi cuerpo se agitó y gemí. Un grito se me escapó cuando empezó a moverse, temblaba con cada embestida y mis gemidos eran más y más intensos. Me agarró las caderas mientras continuaba penetrándome. "Mastúrbate" -me pidió. Llevé una mano hacia mi sexo y empecé a acariciar mi clitoris en pequeños círculos, estaba tan húmedo que mis dedos resbalaban por los labios y tuve que presionar con más fuerza sobre él. Su pene dentro de mi culo y mis dedos se movían sin parar aumentando el ritmo al mismo tiempo, mis gritos se sucedían, gemía y clavaba mis uñas en la colcha de la cama. Cada milímetro de mi cuerpo se contrajo, mi espalda se arqueó, eché la cabeza hacia atrás y lancé un grito antes de caer tumbada sobre la cama agitándome aún. Me dio la vuelta dejándome boca arriba justo a tiempo para eyacular sobre mí entre gritos y convulsiones, sentí su leche caliente resbalando por mis pechos y mi vientre. Se tumbó a mi lado mientras recuperábamos el aliento. "¿Quedamos el próximo fin de semana?". "Sí".